Estudio piloto asocia la microbioma intestinal infantil con la respuesta al temor no social
Un nuevo estudio piloto de la Universidad Estatal de Michigan y la Universidad de Carolina del Norte muestra que la microbioma intestinal de un bebé podría contener pistas para ayudar a monitorear y respaldar el desarrollo neurológico saludable de este.
La manipulación experimental de microbios intestinales en modelos animales altera el comportamiento del miedo y los neurocircuitos relevantes. En los seres humanos, el primer año de vida es un periodo clave para el desarrollo del cerebro, la aparición del miedo y el establecimiento del microbioma intestinal.
La variación en los microorganismos presentes en el intestino de un infante se ha relacionado previamente con el desarrollo cognitivo, pero se desconoce su relación con el comportamiento al sentir miedo y los neurocircuitos.
En este estudio piloto encontraron que la composición de la flora intestinal de niños de un año de edad se asocia significativamente con un mayor comportamiento de temor durante un paradigma de miedo no social. Los investigadores seleccionaron la cohorte cuidadosamente para mantener la mayor cantidad posible de factores que impactan en los microbios intestinales. Por ejemplo, todos los niños fueron amamantados y ninguno recibió antibióticos.
Estos caracterizaron el microbioma de los niños analizando muestras de heces y evaluaron la respuesta al miedo mediante una prueba simple: observar cómo reaccionaba cuando alguien entraba en la habitación mientras usaba una máscara de Halloween.
Los bebés con mayor riqueza y menor uniformidad del microbioma de un mes mostraron mayor temor ante quien usaba la máscara. Sin embargo, el equipo no observó una conexión entre los microorganismos intestinales de los niños y cómo estos reaccionaban ante extraños que no usaban máscaras.
La profesora asociada del Departamento de Pediatría y Desarrollo Humano de la Facultad de Medicina Humana, Rebecca Knickmeyer, dijo que esto probablemente se deba a las diferentes partes del cerebro involucradas en el procesamiento de situaciones potencialmente aterradoras.
“Con los extraños, hay un elemento social. Por lo tanto, los niños pueden tener una desconfianza social, pero no ven a los extraños como amenazas inmediatas”, dijo Knickmeyer. “Cuando los niños ven una máscara, no la ven como algo social. Entra en esa parte del cerebro de evaluación rápida”, señaló.
Este estudio representa un paso importante en la comprensión del papel del microbioma intestinal en el desarrollo de los comportamientos del miedo, pero requiere una mayor validación con un mayor número de participantes, ya que en este sólo se evaluaron 34 bebés.
Lee la noticia completa en: “Bacteria are connected to how babies experience fear” de Science Daily.
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