Jaime Arnaiz busca que nuevos actores trabajen en torno a la innovación en Valparaíso
Primero que todo, un distrito de innovación es una zona geográfica de una ciudad que se ha diseña y planifica para fomentar y apoyar la innovación, la creatividad y el emprendimiento. En la región de Valparaíso existe V21, una zona ubicada en el barrio El Salto, de Viña del Mar, donde conviven diversos actores sociales con un objetivo común: el desarrollo. Jaime Arnaiz, su director ejecutivo, explica el concepto.
V21 es una iniciativa transformadora de la economía, impulsada por un grupo de empresarios y actores relevantes de la región de Valparaíso, con el fin de conectar instituciones, empresas, gobierno y universidades. Su objetivo es impulsar el desarrollo del barrio, la ciudad y la región, a través del emprendimiento y la innovación; con negocios basados en la ciencia, la tecnología y el conocimiento.
En conversación con Pamela Osadey, del programa Sello Región; Arnaiz explica cómo opera este distrito de innovación, pero además analiza el presente industrial y de innovación de la región, la segunda más importante del país, en cantidad de población y que cuenta además con los puertos más importantes de Chile.
“El proyecto V21 es un proceso de transformación urbana, económica y social. Primero que todo es urbano, ya que transforma un espacio industrial de Viña del Mar. Le da un nuevo significado y mejores condiciones. Apuntamos el desarrollo de lo que llamamos ‘la ciudad de 15 minutos’, donde ese es el tiempo que debemos ocupar para trasladarnos al trabajo, a estudiar, a las compras, al teatro, etc. Tenemos que funcionar a una escala más racional. Es un modelo smart city, con sustentabilidad”, explica Jaime Arnaiz.
Plan económico y social
Otro de los elementos de V21 tiene que ver con la transformación económica, donde la idea es poder competir globalmente. Según comenta el ejecutivo, están apostando por empresas que presten servicios tecnológicos a las grandes industrias. “Tenemos una base bastante numerosa que entrega este tipo de servicios. Por ejemplo, firmas que están manejando la gestión de riesgos de una minera o que ven la parte logísticas sobre la exportación de fruta. Todo eso se hace desde la región de Valparaíso”, señala.
Como tercer pilar, está la transformación social. “El objetivo del proyecto no es que la gente de El Salto termine emigrando, porque el precio del suelo o el costo de una vivienda están muy altos. Por lo mismo, trabajamos con la comunidad para que tengan oportunidades de empleo y beneficios para todos. Queremos que tengan una identidad y seguir enriqueciendo el tejido social”, aclara.
Jaime Arnaiz señala que, pese a que los distritos son un modelo existente, en V21 diseñaron un modelo de aplicación distinto, coherente con las características del territorio. Señala que quieren impulsar la integración social y el desarrollo de las ciudades. “Queremos que los habitantes del distrito vean un mundo de oportunidades y que no sea una amenaza”, indica.
La iniciativa privada de transformación partió en 2017, con el apoyo de diversos actores inmobiliarios. Ahora, el objetivo del distrito es atraer a la academia y la sociedad civil para generar un código común. Ya están trabajando con servicios del Gobierno, como ProChile, Corfo y Sercotec. Y hace pocos días firmaron un convenio con la municipalidad de Viña del Mar para un trabajo mancomunado.
Estado de la región
Jaime Arnaiz, quien además fue gerente general del Instituto Internacional para la Innovación Empresarial (3IE), y CEO del Centro Avanzado de Ingeniería Eléctrica y Electrónica (AC3E), hace un balance del panorama actual de la región de Valparaíso, en temas de innovación y sustentabilidad. Pero, además, analiza el trabajo de la industria y anhela por la retención del capital humano.
“La identidad de la región tiene que ver con varios elementos. Su diversidad productiva es bien interesante. La zona geográfica es bastante diversa, ya que es una región clave desde el punto de vista logístico. Además, genera un encadenamiento de valor, ya que hay mucho turismo y también industria del conocimiento. Por último, sin ser excluyente, hay una base productiva muy interesante, por ejemplo, con la industria alimentaria y la manufactura”, explica Arnaiz.
Por último, dentro de los desafíos de la región están la desertificación del agua, mejorar la competitividad global, unir al sector académico con el mundo privado y trabajar en la retención de talento. “Las empresas necesitan a la academia para aprovechar el conocimiento y las entidades requieren de la industria. Por ejemplo, cuando hicimos el levantamiento del distrito, un 85% de las empresas había hecho innovación en los últimos tres años; pero ninguna había trabajado con la academia, ni con instrumentos del Estado. Por eso, hay que cambiar la estrategia y generar más iniciativas de acción”, anhela.