Natalia Herrera comenta condiciones para realizar una estrategia de hidrógeno verde en Chile
La Asociación Chilena del Hidrógeno, H2 Chile, tiene como objetivo acelerar la transición energética promoviendo el hidrógeno y su uso como vector energético en aplicaciones industriales, comerciales, residenciales y de movilidad. Además, pretende posicionar a Chile como uno de los países líderes en la producción y exportación de hidrógeno verde. Natalia Herrera, especialista en Desarrollo de Proyectos, analiza ese desafío.
Los miembros de la organización provienen del sector privado, público y académico, y cuenta con 40 socios profesionales y más de 100 empresas líderes. Con los actuales asociados, H2 Chile puede cubrir toda la cadena de valor del hidrógeno verde. Herrera ha desarrollado una amplia carrera en el sector energético y, en el último tiempo, ha destacado en la nueva industria mencionada.
Sobre si Chile está capacitado en crear su propia Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, la profesional piensa en positivo. “Sí, se puede lograr. Pero, primero, se deben agilizar procesos de permisos y, para eso, hay que tener una colaboración mucho más estrecha con la industria privada. Además, tener un poquito más de espacio frente a las entidades públicas para que puedan entender de primera mano cuáles son los problemas que enfrentamos”, señala a Girl Power.
Agrega que la estrategia es sumamente ambiciosa y está creada para ser desarrollada por un país del primer mundo. Si bien, comenta, Chile ya está categorizado como un país desarrollado, cree que hay una diferencia muy grande entre país desarrollado en Latinoamérica o en Europa. “Ahí es donde se notan las grandes diferencias, que se ven al compararnos. Porque si queremos ser de los primeros en el mundo, debemos compararnos con países similares como, por ejemplo, Australia”, sostiene.
Chile y su “competencia”
En el ámbito del desarrollo del hidrogeno verde, algunos expertos indican las ventajas comparativas entre Chile y Australia. Sobre en qué situación está nuestro país respecto a su par oceánico, Natalia Herrera señala que entre ambas naciones hay bastantes similitudes, por ejemplo, en amplios terrenos para instalar proyectos eólicos y fotovoltaicos. Además, ambos tienen las capacidades altas de irradiación que sirven para proyectos de hidrógeno verde.
Pero, por otra parte, enfatiza que hay dos grandes cosas que hacen la gran diferencia. La primera, es que la estrategia de Australia va acompañada con una gran cantidad de recursos internos, es decir, fondos nacionales que apoyan este tipo de proyectos. “Esto a diferencia de Chile que tiene que usar financiamiento desde terceros, como el BID u otras entidades bancaria. Por ejemplo, Corfo entregó fondos por 50 millones de dólares que se repartieron en sólo cinco proyectos”, explica.
Otra de las diferencias tiene que ver con los mecanismos de certificación del hidrógeno verde. Australia, cuando lanzó su estrategia, indicó un mecanismo interno que hará el reconocimiento de la certificación; mientras que Chile está siguiendo el sistema de certificación de Asia o de Europa, es decir, está viendo qué es lo que hacen los demás. “En cambio, Australia tomó la batuta y dijo, voy a crear mi propio mecanismo, obviamente en colaboración con Europa y Asia, ya que son también sus mercados objetivos”, añade Natalia Herrera.
Finalmente, la especialista de H2 en Chile señala que geográficamente Australia está más cerca de Asia, por lo tanto, si quiere despachar su hidrógeno verde, en forma de amoníaco, líquido o unifuel, tiene que recorrer entre cuatro 4 mil a 17 mil kilómetros; mientras que la distancia de nuestro país con ese mercado es de 18 mil kilómetros. “Además, Chile cuenta con un solo puerto habilitado para recepcionar y enviar amoníaco, por lo tanto, falta más infraestructura portuaria”, enfatiza.