Co-investigador chileno desarrolla detector de luz estirable con aplicaciones en biomedicina, robótica y agricultura
El detector de luz estirable fue recientemente publicado en la revista Science Advances y cuenta con la participación de Felipe Larraín, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez. El inédito proyecto desarrolló el primer fotodetector que se estira como piel humana, con aplicaciones en biosensores (por ejemplo, prótesis oculares), electrónica vestible y robótica, entre otros.
Una revolucionaria investigación destacada por la prestigiosa revista norteamericana Science Advances describe la creación del primer fotodetector estirable, con propiedades mecánicas similares a las de la piel humana, capaz de capturar luz y aplicarse en biomedicina, robótica, seguridad y agricultura, entre otros. El proyecto contó con la participación del co-investigador chileno Felipe Larraín, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (FIC UAI).
El estudio fue desarrollado a lo largo de tres años en el Georgia Institute of Technology (GT), de Atlanta, Georgia, Estados Unidos, e involucró investigadores de diversas especialidades, incluyendo ingeniería mecánica, ingeniería eléctrica y ciencias de la computación.
El detector de luz estirable puede aumentar su tamaño en un 200% sin perder sus cualidades de detección de luz ni su rendimiento electrónico. De acuerdo con los estudios de esfuerzo-deformación realizados por los investigadores, la elasticidad del dispositivo es comparable o superior a la de tejido humano y brindaría una superficie de captura de luz muy amplia y versátil.
“Imagina una banda elástica suave y estirable como la piel humana, pero con propiedades electrónicas similares a las de una cámara digital incorporada en un teléfono inteligente. Eso demostramos en este proyecto. En particular, los materiales utilizados permiten detectar iluminación cientos de millones de veces más débil que la de una ampolleta tradicional. Es decir, la misma luz que le llegaría a un ojo humano mirando al cielo en una noche estrellada,” indica Larraín.
Si bien el revolucionario material fue incorporado en un dispositivo fotodetector y sus propiedades fueron confirmadas, se requieren estudios adicionales para optimizar su funcionamiento. El equipo de investigadores prevé interesantes aplicaciones en electrónica implantable, las que permitirían reemplazar o aumentar el rendimiento del ojo humano. “El ojo es un fotodetector estirable por excelencia y este avance abre una ruta para aumentar sus facultades”, añade el académico UAI.
Los autores del artículo creen que el potencial de su investigación se extiende más allá de la biomedicina y la robótica. Por ejemplo, agricultores podrían adherir estos dispositivos a frutas y verduras para monitorear su crecimiento, identificar potenciales enfermedades o elegir el momento óptimo de cosecha. Esto sin contar aplicaciones en textiles, envases, embalajes, etc.
Sin embargo, en el corto plazo, el investigador chileno señala que el próximo paso es extender el rango de detección del dispositivo a luz invisible por el ojo humano, por ejemplo, luz infrarroja. Simultáneamente, los investigadores se enfocarán en reemplazar las técnicas de fabricación utilizadas, a escala de laboratorio, con procesos compatibles con manufactura industrial.
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