Doctor Andrés Silva: “Nuestras decisiones alimenticias tienen consecuencias a largo plazo”
Según un estudio de enero de 2023, dirigido por la Universidad de Oxford, indicó que en Chile el 63,10% de la población adulta está con sobrepeso u obesidad. Dentro de Sudamérica, nuestro país sólo es superado por Venezuela (63,4%). Por su parte, a nivel mundial, nos encontramos en el puesto 34 de los países más obesos del mundo, con un porcentaje promedio de un 38,9%. Andrés Silva, investigador de la Universidad San Sebastián, analiza estos datos y llama a la población a cambiar drásticamente si dieta alimentaria.
Como se sabe, la obesidad y el sedentarismo están dentro de los factores de riesgo relacionados con diversas enfermedades, de acuerdo con las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por ejemplo, en 2016, en el mundo, más de 40 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos.
En entrevista con Daniel Silva, en el programa Ciencia del Futuro, de TXS Plus, el investigador de la Facultad de Ciencias para el Cuidado de la Salud de la USS, indica que lo primero que la población debe hacer es mejorar su alimentación, en base a frutas y verduras.
Silva está trabajando en tres ámbitos en la entidad. Primero, sobre el consumo en la población de frutas y verduras. Además, viendo el tema de los desperdicios alimentarios. Y, por último, de la seguridad alimenticia. “Sobre las frutas y verduras debemos explicar que se tratan de dos tipos de alimentos, bien distintos, y que se comen además de forma muy disímil”, explica.
“Si queremos incentivar a la población a comer más fruta, debemos hacerlo a través de ciertas políticas públicas. Cuando uno come una fruta, hay que saber escogerla bien. Pasa muy seguido que cuando uno compra una fruta y después va a comprarla al supermercado, por ejemplo, en tres o cuatro días, el sabor ya no es el mismo”, agrega Silva.
Además, respecto a las verduras el experto dice que el tema es distinto porque, para comerlas, hay que saber cocinar. Y la cocina es un hábito poco usual a nivel mundial, “La gente cocina menos que antes, debido principalmente al tiempo. Se escogen más alimentos preparados, pero eso es malo porque uno conoce cuántos ingredientes trae o cuánta sal contiene”, detalla.
Saber qué como
Andrés Silva sostiene que es clave saber qué estamos comiendo. Hay un impacto en el mediano y largo plazo sobre la forma que tenemos de alimentarnos. La buena salud está ligada a los hábitos alimentarios. Y, según específica, mucha gente se concentra en el precio más que en la calidad del producto.
“Si bien es cierto que algunos alimentos saludables son más caros, debemos encontrar un punto medio. Hay ciertas formas en que podemos evadir esos precios. Por ejemplo, comprar para toda la semana y guardar lo que no se ocupa en el refrigerador. Llevar almuerzo a nuestros lugares de estudio y trabajo. Nuestras decisiones alimentarias tienen consecuencias en el largo plazo”, asevera.
El investigador de la USS señala que esos hábitos alimenticios parten por la enseñanza en el hogar. Hay que incentivar, como padres, una buena alimentación. De hecho, señala, que hay ciertas verduras que la población ya no está comiendo. “Insto a que los padres cocinen con sus hijos. Enseñarles a cocinar desde chicos. Que lean libros de cocina. Hay que educar el paladar, y darles a conocer el sabor que la sal y el azúcar tienen”, explica.
Por último, y según los números mencionados al principio de la nota, Andrés Silva sostiene que estamos muy lejos de ser los peores, pero que hay temas pendientes. El sector público, los investigadores y los medios de comunicación, pueden ayudar bastante a cambiar las delicadas cifras. “Hay que pensar en la cocina desde otra forma. Hacer grato ese momento, junto a los hijos, la pareja o los padres. La buena cocina reúne a la familia y eso no hay que perderlo”, destaca.