Víctor Verdugo menciona los cambios en el diseño de representatividad en materia electoral
La elección de constituyentes del año 2021 marcó un cambio radical en la forma de elección en nuestro país. Por primera vez, un sufragio tendría dos ítems claves: paridad y pueblos originarios. Esas aristas modificarían el cálculo matemático y el algoritmo para elegir a los candidatos de los 28 distritos establecidos en el país (tras el fin del sistema binominal de 2015). Víctor Verdugo, académico de la P. Universidad Católica, trabaja e investiga un nuevo mecanismo.
En rigor, Verdugo es profesor asistente del Instituto de Ingeniería Matemática y Computacional y del Dpto. de Ingeniería Industrial y de Sistemas de la PUC, y analiza los cambios en materia electoral y señala los desafíos para poder implementar o diseñar métodos que permitan dar respuesta a las necesidades modernas de representación popular en Chile.
Para contextualizar, en las primeras elecciones de constituyentes se eligieron 155 Convencionales, correspondientes a 138 representantes de los 28 Distritos Electorales. A eso se sumaron 17 escaños reservados a los pueblos originarios. Finalmente, la Convención Constitucional, de carácter paritaria, quedó constituida por 48 independientes; 28 representes del Pacto Apruebo Dignidad; 25 de la Lista del Apruebo; 37 de Vamos por Chile, más los 17 escaños mencionados. En dicha elección participó el 43,35% del padrón electoral.
Víctor Verdugo trabaja desde 2017 optimización y algoritmos, para poder diseñar buenos mecanismos electorales, algo que es de interés global, pero que mucha gente desconoce. “En el fondo, cómo ser representante, es una pregunta fundamental de cómo se organiza una democracia. Y esto requiere matemática, requiere pensar, se necesita un estudio de incentivos y diseñar buenos mecanismos. Es inherentemente matemático”, explica a Café Plus.
El profesor explica que, en la actualidad, no existe proporcionalidad, debido a que los 28 distritos actúan de forma independiente y además no se eligen la misma cantidad de sillas. “Imagina que si hubiese 1000 votos y hay tres partidos; y uno saca 400, otro saca 200 y el tercero 400. Si nosotros tuviésemos exactamente 10 sillas para ese distrito, lo primero que uno pensaría, es decir: tengo 4, 2 y 4 elegidos, respectivamente. Y el problema es que en Chile tenemos distritos que escogen desde 3 a 8 representantes. Entonces, la proporcionalidad perfecta no la podemos alcanzar”, detalla Verdugo.
Necesidades como sociedad
El investigador cuenta que este sistema de elecciones es algo se viene pensando desde hace muchos años. Es más, la primera vez que se estudió de manera seria fue en el siglo XVIII, en Estados Unidos. Y, de hecho, la primera persona que se tiene evidencia que trató de proponer un mecanismo fue Thomas Jefferson, antes de ser presidente de EE.UU. “Ellos (norteamericanos) debían decidir cuántos candidatos le daban a cada estado. Y ese mecanismo, de 200 años, es el que ocupamos en Chile”, indica.
Pero esa histórica forma de elección choca o no se calcula matemáticamente con temas como la paridad entre hombre y mujer; y los escaños reservados. “En el fondo, lo que dice, es que no sólo la proporcionalidad es un objetivo, sino que además tiene que ser lo más parecido el número de hombres y mujeres. Y eso le incorpora una restricción extra al problema. Y ahí es donde el mecanismo de Thomas Jefferson se queda en corto”, agrega.
Verdugo recalca que lo importante de la discusión es que “el mecanismo responda a cuáles son las necesidades que tenemos como sociedad respecto de representación”. Y eso, indica, se llega a través de acuerdos. “Por ejemplo, en la elección de la primera convención, se usó el método clásico y después se corrigió. Pero hubo una falencia. Como son elecciones independientes, por distrito, en el panorama global, en término de número de votos, hubo una distorsión importante. De hecho, hubo una lista que tenía una cantidad importante de votos (más del 3%), y no obtuvo ninguna silla. A nivel local no era fuerte, pero sí lo fue a nivel nacional”, señala.
Finalmente, Víctor Verdugo señala que modificar este mecanismo no implicaría cambiar demasiadas cosas. De hecho, la gran gracia que tiene -comenta-, es que se pueden ocupar técnicas más modernas. “Por ejemplo, tener un equilibrio entre el número de hombres y mujeres, e incorporar representación de pueblos originarios. En Nueva Zelanda, por ejemplo, hace años que incorporan esto en su sistema”, ejemplifica.