Giorgio Siringo: “Chile tiene una calidad del cielo incomparable para la radioastronomía”
Giorgio Siringo (Italia) lleva en nuestro por cerca de 15 años. Actualmente es Technical Lead y Spectrum Manager en el radiotelescopio ALMA, ubicado en pleno desierto de Atacama. Es un enamorado de los cielos de Chile, ya que esa zona del país reúne características ideales para su trabajo: sitio árido, frío y de alta montaña.
Pero el trabajo del profesional se está viendo afectado por algunas actividades humanas que impactan la observación astronómica. Pese a que Chile cuenta con leyes especiales, sobre todo en el norte del país, respecto a la contaminación lumínica, hay otras situaciones “espaciales” que podrían llegar a afectar el normal trabajo de ALMA y de otros radiotelescopios del país.
Precisamente la contaminación satelital, de empresas como SpaceX o Amazon, ha comenzado a dificultar la visibilidad y también las ondas radiales. Claramente, el negocio de estas empresas es entregar una conexión a internet más estable o que el servicio llegue a lugares donde es imposible instalar una antena. Giorgio Siringo está de acuerdo con estos avances, siempre que sean regulados por un ente particular.
“En la Universidad de Bonn (Alemania) comencé trabajando en hacer observaciones milimétricas/submilimétricas y venía muchas veces a Chile. Tiene el mejor cielo del mundo, en particular, para este tipo de radioastronomía. Me movía de Bonn a Atacama, hasta que en 2009 me ofrecieron un contrato de la ESO y me quedé a vivir acá”.
Giorgio Siringo, astrónomo de ALMA.
Cuenta que en el mundo nuestro país es famoso para la observación óptica y radial, pero también para observación con luz visible o en infrarrojo. “Nosotros necesitamos este tipo de cielo por dos razones: Una, es la presencia de vapor de agua en la atmósfera, ya que trabajamos en una radiofrecuencia muy parecida al microondas. Y, además, en altura, como hace frío el agua se transforma en hielo. Y el hielo es transparente y se puede observar”, explica a Rockstars.
Giorgio Siringo añade que ALMA es un interferómetro, ya que las 66 antenas que tiene el observatorio trabajan como subconjuntos. Por ejemplo, indica, hay un conjunto de 45 o 50 antenas que hacen un tipo de observaciones científicas. Otro grupo de 10 antenas hacen otro proyecto. Y otras 3 o 4 otro más, n paralelo. “Para hacer eso, se necesita sincronización, pero además la radiación que viene del cielo, en terminología técnica, tiene que llegar simultáneamente”, relata.
Actividades humanas
“Chile tiene una calidad del cielo incomparable para la radioastronomía”, indica Siringo. Pero hoy en día toda esa especialidad se ve afectada por actividades humanas. Señala que la actividad humana también requiere del espectro electromagnético. El astrónomo trabaja en ALMA monitoreando precisamente ese tema para tener una óptima observación astronómica. “La radio, los celulares y el internet, utilizan el espectro electromagnético”, indica.
La ventaja de ALMA, sostiene, es la radio frecuencia, ya que ellos empiezan con 35 gigahertz. Para contextualizar, explica, un teléfono celular normal usa alrededor de 1, 2 o 3 gigahertz. “Por estar por encima de eso, nos garantiza no tener interferencia de radiofrecuencia. Desde la Tierra hay muy pocas probabilidades que alguien haga interferencia. Por lo tanto, debemos convivir en el uso del espectro electromagnético, en especial con los operadores de satélites”, indica.
Hoy en día en Chile, operadores como Starlink o Amazon, cuentan con una serie de antenas que sólo trabajan hasta los 20 GHz. Hasta el momento, cuando se comunican con los satélites y pasan por el territorio chileno no emiten frecuencias sobre los 20 GHz. “Pero el problema es que hay otras compañías, como AST SpaceMobile, que tiene un satélite llamado BlueWalker, que utiliza frecuencias que son de 37 o 40 GHz y que pueden llegar a 76 GHz. Entonces, hay un problema de regulación a nivel internacional”, indica.
Giorgio Siringo explica que esas empresas necesitan frecuencias más altas ya que intentan conectarse directamente a los teléfonos celulares. “Es como una nueva generación de satélites”, sostiene. Los operadores, insiste, necesitan un ancho de banda muy grande, que en comunicación se llama antena de base. “No es por la comunicación con los usuarios, es más por la comunicación central”, destaca.
Finalmente, el astrónomo italiano de ALMA espera que haya pronto una reglamentación de la frecuencia para radio telecomunicaciones, pero también para aplicaciones científicas. El ente que debería velar por esto sería la International Telecommunication Union (ITU), organización que tiene más de 200 países detrás. “Ellos están desarrollando una ley y nuevas reglas. Ellos organizan la World Radio Conference, pero lamentablemente la próxima será en 2027”, lamenta.