Millarca Valenzuela: “Atacama es una de las zonas donde más se acumulan meteoritos en el mundo”

Los meteoritos son objetos espaciales, de un tamaño que varía entre granos de polvo hasta cientos de kilómetros, que se adentran en un planeta ajeno al lugar en que se formaron y alcanzan su superficie tras sobrevivir a su paso por la atmósfera. Millarca Valenzuela, investigadora del CATA y académica de la UCN, conversó con Rockstars sobre sus características, pero además sobre el libro que coescribió.

El texto, lanzado hace pocas semanas, se titula Meteoritos: Historias entre el cielo y el suelo, donde, junto al divulgador  Gabriel León exploran cómo los meteoritos revelan secretos del origen de la vida y el universo. Con precisión, sitúan al desierto de Atacama, entre otros lugares del planeta, como uno de las zonas más propicias para su estudio y análisis.

Para la docente de la Universidad Católica del Norte un meteorito es una roca natural que cae a la Tierra, sobreviviendo al paso accidentado por la atmósfera. “Es un montón de material natural -y no natural- que entra por la atmósfera y puede verse como una estrella fugaz. Son un pedacito de asteroide que anda rondando en el espacio interplanetario y que entra en atmósferas hasta convertirse en rocas sobrevivientes”, explicó.

Tras la entrada a la Tierra -o cualquier planeta- el meteorito se va desvaneciendo, por lo tanto, el estudio y análisis de estos es sumamente complejo. Millarca Valenzuela indicó que del flujo total que se reciben todos los días el tamaño es menos del 1%. “La gente tiende a buscar rocas más grandes, pero es una posibilidad muy baja. Por lo tanto, lo que hacemos los investigadores es ir a lugares donde ocurren otros procesos y donde se están acumulando meteoritos”, añadió.

Lugares ideales

Millarca Valenzuela comentó que los lugares ideales para el estudio e investigación de los meteoritos son desiertos fríos y cálidos. Por ejemplo, por un lado, la Antártica y Groenlandia. Y, por otro, la franja de los trópicos en África, Australia y el desierto de Atacama. “Los desiertos son los lugares por antonomasia para la búsqueda de meteoritos y es porque el mecanismo de acumulación es la disminución de la tasa de destrucción de este”, expresó.

Por ejemplo, añadió, pueden convivir un meteorito, que se estrelló hace mil años, con otro que cayó ayer. Y en casos maravillosos, indicó, como en el desierto Atacama, pueden convivir, uno que cayó ayer, con otro que lo hizo hace tres millones de años. “Por eso, Atacama ha sido destacado como una de las zonas donde se acumulan más meteoritos en el mundo”, afirmó.

La docente explica que a mayor parte de esos flujos está dominado por un tipo de meteorito que es primitivo, lo que significa que le pasaron pocos procesos cuando se formó. Es decir, nunca llegaron a una temperatura que lograse fundirlos. “Por lo tanto, los elementos que constituyen esa roca son agregados, de diferentes lugares del sistema solar, pero de diferentes naturalezas como hierro, níquel, silicatos de magnesio y otros elementos”, explicó.

Valenzuela contó la creación del proyecto CHACANA (The Chilean All-Sky Network for Astrogeoscience), que buscaba convencer a los astrónomos de tener una red de apoyo. Por lo mismo, es un sistema de alerta cuando caen estas rocas. La idea, señaló, es ir a recogerlas y tener así la química prístina sin la alteración de la Tierra. “Se ocupa una cámara en un sistema de búsqueda, parecida a la red que tienen los franceses llamada Frippon, por lo tanto, la iniciativa tomó el nombre de Frippon Andino, porque no solamente está en Chile sino que también en Mendoza”, explicó.

Finalmente, la docente de la UCN indicó que en la legislación chilena no hay protección para los meteoritos que caen, cosa que sí sucede en países como Estados Unidos o Argentina. “Llevamos más de 20 años intentando propuestas de protección de meteoritos. La propuesta, que ya pasó la primera fase en la Comisión de Ciencias en la Cámara de Diputados, busca regular la exploración, la explotación y la venida de comitivas científicas a Chile”, puntualizó.