Documental narra exploración científica que rastreó organismos prehistóricos en volcán Copahue

Bióloga de formación y hace 25 años decidió radicarse en Chile. La académica de la U. San Sebastián e investigadora del Centro Basal Ciencia y Vida, Raquel Quatrini, lidera uno de los primeros estudios análisis de material genético obtenido de muestras ambientales específicamente del volcán Copahue, ubicado en la frontera entre Chile y Argentina.

Junto a un grupo multidisciplinario de científicos ascendió 2.900 metros sobre el nivel del mar para explorar y recolectar cerca del cráter a microorganismos extremófilos, es decir, aquellos que han logrado sobrevivir y adaptarse a ambientes extremos, como las aguas acídicas que nacen del interior de un volcán. Los extremófilos, y su asombrosa adaptabilidad, resultan de gran interés para la ciencia, ya que producen enzimas y compuestos con diversas aplicaciones industriales y médicas.

“Escogimos la zona del volcán Copahue, que significa lugar de azufre en mapudungun, por sus características únicas. A partir de dos vertientes cercanos a la base del cráter, emerge agua rica en azufre y elementos químicos que generan las condiciones óptimas para que este tipo de microorganismos extremófilos proliferen”. Raquel Quatrini, académica de la USS.

“Se trata de microorganismos de características primitivas y que han existido por millones de años, por lo que explorar esta zona es una especie del viaje al pasado prehistórico de la Tierra”, añadió la investigadora, cuya travesía fue grabada y que dio vida al documental “Copahue Extremo: Un viaje al pasado y futuro del planeta”, que fue estrenado en el Centro Cultural Ceina.

Míralo a continuación:

Copahue: Un viaje al pasado

La expedición al Copahue se dio en el marco de un proyecto Fondecyt, liderado por la doctora Quatrini, que busca descifrar las estrategias biológicas empleadas por los microorganismos extremófilos, y las comunidades que éstos forman, para habitar en zonas que son inhóspitas para la mayoría de las formas de vida en el planeta. Específicamente, el estudio se centra en aquellos que lograron adaptarse a condiciones de acidez extrema.

El hallazgo y estudio de estas especies microscópicas y sus comunidades abre la posibilidad de aplicarlas en áreas estratégicas, como la minería. Puntualmente, estos microorganismos se utilizan en el procesamiento de minerales de baja ley, como la que hay en los relaves, es decir, aquel material que se descarta en las operaciones de extracción minera convencional.

“Los acidófilos oxidan el azufre que está contenido en la matriz de ciertos minerales sulfurados, disolviéndola y liberando metales de interés económico encerrados en estos, como el cobre. El mineral de baja ley metálica se acopia y apila, y se riega con soluciones ácidas y microorganismos”, explicó.

Así, prosiguió, los agentes químicos adicionados y los producidos por los propios microorganismos acidófilos, protones y hierro férrico, ‘atacan’ al mineral y producen una mayor disolución de éste. “Tras un proceso electroquímico, es posible separar y obtener el metal rojo en forma de placas de cobre”, añadió Quatrini.

La investigadora de la USS agregó que la biolixiviación, entendida como la extracción de metales desde minerales a través del uso de microorganismos vivos, posee un menor impacto en el medio ambiente comparado con la minería tradicional que emplea altas temperaturas, compuestos químicos peligrosos, y que consume grandes cantidades de agua.

Si bien es un proceso más lento, la profundización del conocimiento para su aplicación efectiva y eficiente representa un avance para eventuales proyecciones aplicadas en la biominería verde y la remediación ambiental. El documental y el registro de la expedición está disponible en YouTube.