¿Adicción a las redes sociales?
Si bien frecuentemente se habla de que estamos adictos a las redes sociales, en realidad, la mayoría de las veces nos estamos refiriendo a simples hábitos que son perfectamente modificables.
El año 2020 Netflix lanzó su documental “El dilema de las redes sociales”, que retrata la adicción a las pantallas y sus efectos negativos sobre las personas, especialmente en los adolescentes. Este es un ejemplo más de la imagen extrema que muestran los medios de comunicación, centrándose en casos preocupantes, en que la única solución es una desintoxicación digital.
Sin embargo, dos investigadores especializados en hábitos y uso de redes sociales, Ian A. Anderson y Wendy Wood, encontraron que un uso excesivo de redes sociales puede ser un hábito muy fuerte. Pero eso no lo hace necesariamente una adicción.
La ventaja de las redes sociales
A diferencia de una adicción, el uso frecuente de las redes sociales algunas veces trae beneficios a los usuarios, y otras, sufrimiento. Por eso, la descripción más exacta es de un hábito.
Los hábitos se forman naturalmente a través del uso repetitivo. Después de usar una aplicación o entrar a un sitio varias veces, lentamente se forman asociaciones de distintas señales en la memoria. Por ejemplo, entre una notificación y agarrar el celular para ingresar a una red. Una vez que se forma un hábito, la percepción de señales automáticamente hace que uno piense en iniciar sesión.
Crear hábitos de usuarios es central para el negocio de las plataformas de redes sociales como Facebook, TikTok y Twitter. Sus ingresos provienen de los usuarios altamente frecuentes. Y aquellos que no ingresan tanto al sitio, prácticamente no tienen efecto en las ganancias. Los hábitos de los usuarios son parte fundamental del éxito y diseño de estas conocidas aplicaciones.
La mayoría de nosotros usamos las redes sociales porque es gratificante. Los “me gusta”, los seguidores y amigos que acumulamos son recompensas. Por ejemplo, en el caso de Instagram, casi un 70% de los posteos de los usuarios pueden explicarse por el modelo de recompensa-aprendizaje, en que los “me gusta” son análogos a los pellets de comida que recibían los ratones de la caja de Skinner. Si uno recibe suficientes “me gusta” en un post, empezará a postear más seguido y convertirlo en un hábito.
Cómo las plataformas se diseñan en torno a los hábitos
Las plataformas de redes sociales han descubierto cómo hacer que las recompensas en línea, sean tan reales para los humanos como son los pellets de comida para los ratones. Los “me gusta” y los seguidores ganan potencia cuando se hacen públicos. Los usuarios participan en comparaciones sociales y se sienten bien si es que ganan reconocimiento social, y mal, si es que los logros de los demás merman los suyos. La presión social es parte de la experiencia.
A su vez, los algoritmos curan nuestras redes sociales para que recibamos más recompensas, atrayendo nuestros intereses personales. Esa es la fuente de la cámara de eco, que crea un público que aplaude todas nuestras opiniones.
Los hábitos son lo que explican el diseño exitoso de las plataformas. Un caso es el scroll infinito, que elimina toda señal de que hemos terminado de consumir cierta información. Además presenta los videos en secuencia, lo que alimenta el sentido de recompensa, intercalándolo con el aburrimiento. Este reforzamiento intermitente es muy efectivo al momento de construir hábitos.
Una vez que nos acostumbramos, las señales recurrentes, como por ejemplo, un lugar que frecuentamos y el uso del celular en esa locación, gatilla el uso de redes sociales. Si por ejemplo, cada vez que andamos en micro leemos Twitter , significa que el hábito se gatilla solo con el hecho de subirse al transporte.
Las costumbres van más allá de nuestra alerta conciente y nuestras intenciones. Pero de vez en cuando, uno se enfrenta a sus hábitos y se da cuenta de que están presentes. A los usuarios frecuentes les pasa esto cuando viven un ciberataque. Ellos deberían ser los que más saben sobre los riesgos de seguridad y cómo evitarlos, pero al actuar como siempre lo hacen y responder sin pensar hace que sean vulnerables a los ataques de phishing. Momentos así, hacen que uno mire sus hábitos con lupa.
Una narrativa que empodere a los usuarios de redes sociales
Los hábitos también ayudan a explicar el modelo de adicción, pues hacen que las personas usen redes sociales, incluso cuando no tienen la intención de hacerlo. Si los usuarios encuentran que es difícil salirse de las redes, podrían estar sintiéndose adictos. Entonces adoptan narrativas que validan estos sentimientos de adicción y los comparten públicamente. Sin embargo, estas narrativas le quitan poder a los usuarios. Inhiben nuestra comprensión de cómo detener o controlar nuestro uso.
Comprender nuestros hábitos nos permite ejercer ingeniería inversa para salir de las trampas conductuales de las propias redes sociales. En otras palabras, podemos cambiar las señales que activan nuestros hábitos. Sin estas, puede que los hábitos no se activen. Pero las señales que los gatillan son, a la vez, sus talones de Aquiles.
Los investigadores Ian Anderson y Wendy Wood analizaron más de 9.000 usuarios de Facebook. Después de cambiar el diseño del sitio, los que tenían hábitos fuertes inmediatamente bajaron su tasa de posteo. Las modificaciones de la plataforma interrumpieron dicho hábito. No se evidenciaron deseos imperiosos, como se espera en el caso de un adicto. Simplemente, las utilizaron menos. En contraste, el cambio de diseño provocó un aumento de posteo en los usuarios ocasionales.
Uno puede beneficiarse de este talón de Aquiles, intentando modificar o eliminar ciertos estímulos de tu smartphone o aplicaciones con pequeñas acciones, como por ejemplo, dar vuelta la pantalla del celular hacia abajo, poner modo avión o apagar las notificaciones.
También puede ayudar el agregar un poco de resistencia para tener que pensar antes de iniciar sesión. Una investigación realizada el 2019 mostró que los estudiantes podían disminuir su uso de redes sociales simplemente alejando su cargador o haciendo que su celular estuviera menos accesible, al dejarlo en su bolso en vez de en sus bolsillos.
Al comprender los hábitos, podemos parar de preocuparnos de la desintoxicación digital y empezar a repensar aplicaciones y sitios web para que ellos satisfagan nuestras necesidades, y no al revés. Y así concentrarnos en los verdaderos desafíos de las redes sociales, como son la desinformación, los algoritmos sesgados y las disrupciones que estos crean.
Adaptado del artículo No, you are not addicted to your digital device, but you may have a habit you want to break.