Cuando se trata de precisar el vínculo entre el bienestar y el acceso a la naturaleza, existen grandes factores de confusión. Para empezar, ¿qué es el bienestar psicológico? La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como “un estado de bienestar en el que una persona se da cuenta de sus propias capacidades, puede hacer frente a las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y puede hacer una contribución a su comunidad”. Eso es difícil de cuantificar.

Luego está la cuestión de qué significa “acceso a la naturaleza”. Algunos estudios miden el acceso pasivo o la cantidad de espacio verde disponible en el área local de alguien. Otros miran el acceso activo, que es la exposición real de una persona a los espacios verdes. Eso dificulta la comparación de resultados y la creación de una imagen coherente.

Algunos investigadores han intentado evaluar cuál podría ser la dosis adecuada de la naturaleza. Un estudio de 2019 en el que participaron casi 20.000 participantes en Inglaterra concluyó que al menos 120 minutos a la semana de contacto con la naturaleza recreativa se asociaba con la buena salud o el bienestar. El equipo, dirigido por Mathew White en la Universidad de Exeter, Reino Unido, descubrió que el efecto alcanza su punto máximo entre 200 y 300 minutos a la semana, y las personas informaron que no aumentaron más después de eso.

No está claro qué significa exactamente esto para ti o para cualquier individuo. Como indican otros estudios, los beneficios para la salud mental que una persona obtiene del acceso a la naturaleza probablemente se vean influenciados por una miríada de factores, como la edad, el género, los rasgos de personalidad, las preferencias personales y el estatus socioeconómico. Su cultura también importa y, hasta ahora, la mayoría de las investigaciones sobre los efectos de la naturaleza en el bienestar se han realizado en sociedades occidentales.

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