El secreto genético de la longevidad en los peces de roca del Océano Pacífico

El estudio publicado en la destacada revista Science identificó por qué algunas especies en los peces de roca no superan una década de vida, mientras otras alcanzan los doscientos años. El hallazgo fue posible gracias al análisis genómico de 88 especies, trabajo en el que participó la académica de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal, Juliana Vianna.

La serranus cabrilla es un pez de tamaño mediano, solitario y de hábitos nocturnos. Como el mero, forma parte de la familia de serránidos y suele ocultarse entre rocas de 5 a 30 metros a lo largo de la costa entre Arica y el extremo Austral de Chile. Conocida popularmente como cabrilla, es una de las 137 especies de peces de roca que porta el secreto de la longevidad, como reveló un estudio publicado en portada de la prestigiosa revista Science.

Mientras que algunos peces de roca, como el sebastes dallii, no viven más de 12 años, el sebastes aleutianus, tiene la particularidad de encontrarse entre los vertebrados más longevos de la Tierra, alcanzando incluso los 200 años. Esta diferencia fue la clave para que científicos de la Universidad de Berkeley identificaran los genes implicados en el éxito de una vida larga.

La académica de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC, Juliana Vianna, formó parte de este equipo a través de la recolección y análisis de muestra de la cabrilla presente en nuestras costas. “Conocí a los biólogos Sree Rohit Raj Kolora y Peter Sudmant (autores principales del artículo) durante mi año sabático en UC Berkeley. Pude contribuir con la recolección de muestras de ADN, en particular con la cabrilla, que he presentado en Chile”, señala la reconocida experta en genómica.

Además, de este trabajo de campo, Vianna participó en el análisis de datos obtenidos de la secuenciación genómica completa de 88 especies (casi dos tercios de las identificadas por el mundo científico) a través de una técnica de vanguardia conocida como secuenciación Pacbio o SMRT. Esto permitió identificar los procesos de envejecimiento y revelar cuáles son las determinantes genéticas que subyacen a sus esperanzas de vida tan variadas.

Reparación del ADN y control de la inflamación

Si bien los seres humanos vivimos más que la mayoría de los vertebrados, los investigadores sostienen que las claves entregadas por los peces de roca pueden servirnos de aprendizaje para prolongar nuestra propia salud y, por lo tanto, vida útil.

Así, identificaron tanto las causas genéticas – como una variedad de genes asociados a adaptaciones para vivir a mayor profundidad y hacerse más grandes- como las consecuencias de la misma que implica, por ejemplo, vivir en poblaciones más pequeñas y cómo su fenotipo ha sido moldeado a través del tiempo.

El artículo identificó que “las especies de vida más larga tenían más genes inmunomoduladores, en particular un grupo llamado butirofilinas. Debido a que el sistema inmunológico participa en la regulación de la inflamación, cuyo aumento se ha relacionado con el envejecimiento humano, los hallazgos apuntan a genes que podrían ser objetivos de terapias para retrasar el daño relacionado con la edad en el cuerpo”. A lo que Sudmant añade que “aquí hay una oportunidad para mirar en la naturaleza y ver cómo las adaptaciones naturales han dado forma a la vida y pensar en cómo esos mismos tipos de genes están actuando en nuestros propios cuerpos”.

Ancestro común y cambios en la población

El análisis genómico de las 88 especies de pez roca permitieron mirar al futuro de la salud humana, pero también aportaron a inferir cómo era su ancestro común hace 10 millones de años, y cómo evolucionaron a partir de este. Efectivamente, descubrieron que el aumento de su vida útil estuvo asociada a la reducción del volumen de su población.

“Algunas de las especies más longevas sobreviven hoy en día en pequeñas cantidades que dependen de hembras muy viejas, pero muy fértiles, para reponer la población. Estos peces hembra grandes, viejos, gordos y fecundos, (o BOFFFF como se les conoce en los círculos de conservación de peces) producen la mayoría de las crías, a veces en millones por año, aunque con una baja tasa de supervivencia, que siembra la próxima generación”, explican sus autores.

“Observamos que, cuando algunas especies evolucionan por un período de vida corto, el tamaño de su población se expande y, cuando evolucionan un período de vida largo, el tamaño de su población se contrae. Podemos ver una firma de eso en sus genomas, en la variación genética que existe en estas especies. Por lo tanto, la adaptación a una vida larga y corta tiene una consecuencia, concluye Sudmant.

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