Etcheverry: “En Chile se hace ciencia y de una manera muy eficiente”
Trae consigo una gran experiencia en el mundo de las tecnologías digitales y las políticas públicas. Por lo mismo, para Aysén Etcheverry, la actual ministra de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI), no le fue tan extraño asumir la cartera el pasado 10 de marzo de 2023, reemplazando a la científica Silvia Díaz.
Es abogada de la Universidad de Chile y posee un magíster en derecho en la Universidad de San Francisco, California, EE.UU. Fue jefa del departamento de Políticas Públicas del INAPI (Instituto Nacional de Propiedad Industrial), directora ejecutiva del Comité CORFO de Transformación Digital y la primera directora de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ex Conicyt).
Tras la cuenta pública del pasado 1 de junio del Presidente Gabriel Boric, la ministra se dio un largo tiempo para analizar junto a Gabriel León, en nuestro espacio Rockstars, de TXS Plus, el estado actual de su cartera, convulsionada claramente por el anuncio de hace algunas semanas sobre la Estrategia Nacional del Litio.
Pero la contingencia de los últimos días estuvo centrada en los anuncios del Presidente de la República, en su anual cuenta pública, y que tienen que ver directamente con el ministerio de Ciencia donde se informó una importante inversión en las universidades chilenas para la investigación científica.
Sobre los anuncios del mandatario, Aysén Etcheverry analiza: “Fueron anuncios que me pusieron contenta, pero me sorprendieron. Este es un gobierno que desde siempre ha enfatizado la importancia de la ciencia y la tecnología. Por lo mismo, fue una confirmación de una visión que está plasmada sobre su programa y también como una consolidación del trabajo del ministerio de CTCI”.
Rol clave de las universidades
El ministerio tiene una historia de vida bastante corta. Creado recién en diciembre de 2018, le ha costado acomodar sus piezas debido a la contingencia nacional y global: estallido social y pandemia mundial. Pero que ahora con la alerta sanitaria controlada y una estabilidad social en transición, ha comenzado a madurar y volar con luces propias
“Ahora estamos teniendo la capacidad como ministerio de incidir de manera mucho más directa en las políticas públicas que son prioritarias para el Gobierno”, señala la ministra.
Uno de los problemas frecuentes que se enfrentan los investigadores y las investigadoras locales es conseguir los fondos necesarios para las investigaciones científicas. Hay artículos muy interesantes pero que chocan porque el presupuesto ya fue gastado en otros proyectos. Sobre cómo se va a mejorar ese proceso la ministra explica el rol y la ayuda que tendrán ahora las universidades nacionales.
“Tras la cuenta pública circuló una versión que hablaba del fin de la concursabilidad. Y no es así. Lo que se anunció fue un nuevo fondo para financiar capacidades estructurales en las universidades sobre las cuales se construye investigación. Y ese fondo no es concursable. Ahora, va a ser un trabajo del ministerio de CTCI entender qué necesita cada entidad académica, para poder expandir y tener estas capacidades necesarias de investigación”, explica la abogada.
¿Eso no significa que se acaba la concursabilidad?
“Hoy día el foco está en cómo podemos fortalecer a las universidades. Sobre los otros fondos que mencionas vamos a seguir haciéndolos crecer, aunque no nos meteremos en el diseño profundo de sus herramientas. Los proyectos concursables que siguen en la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID), los vamos a seguir potenciado”.
Y añade: “Pero hoy tenemos un camino muy claro y priorizado. Nuestra idea es tener universidades con capacidades de desarrollar de manera permanente la investigación. Y eso puede ayudar con el financiamiento de proyectos y con mejorar las condiciones laborales de los investigadores”.
La estrategia del Litio
Como se mencionó anteriormente, el ministerio de CTCI nació con el estallido social y la pandemia sobre sus espaldas. Pero la crisis sanitaria trajo consigo dos aspectos importantes, que se relacionan directamente con la cartera: hizo que el conocimiento científico y el acceso y aprendizaje de nuevas tecnologías tuvieran un obligado despertar.
Hoy en día, el ministerio ya puede comenzar a hacer realidad los proyectos pausados. Y hace pocas semanas, se anunció, quizás, uno de los más importantes dentro de su corta existencia: la creación de la Estrategia Nacional del Litio. El nacimiento de una industria que provocó aprobación y rechazo, algo común en Chile en los últimos años.
“El anuncio del Presidente sobre el tema del litio tiene tres pilares importantes: primero, la extracción, el nacimiento de una nueva industria y la participación del Estado en este proceso. En segundo lugar, el tema medioambiental, que tiene que ver con la red de salares protegidos. Y, en tercer lugar, el nacimiento del Instituto Tecnológico y de Investigación Público de Litio y Salares. Esta es una forma completamente distinta de abordar una política de desarrollo productivo, con mirada de futuro y con la ciencia incorporada. Eso no había pasado nunca en el país”, resalta la ministra.
Según datos de la Universidad de Antofagasta, Chile es el primer productor de litio mundial con reservas conocidas en el Salar de Atacama del orden de 4.3 x 106 toneladas, siendo este su mayor depósito correspondiendo al 40 % de las reservas de interés económico a nivel mundial.
“Primero hay que entender que el litio no es un cerro de sal, sino que es una laguna que está emplazada en pleno desierto y que, por condiciones climáticas, se fue evaporando y solidificando. Eso es bien particular y se da en muy pocas partes del mundo. Pero también en ese lugar habitan comunidades y conviven muchos seres vivos, como por ejemplo los extremófilos, que son precisamente partículas vivas que aguantan altos niveles de salinidad, radiación ultravioleta, cambios de temperatura y que son fundamentales para entender cómo vivimos en un mundo cada vez más extremo”.
Y Etcheverry explica: “Para realizar esta industria teníamos dos opciones: ir al lugar, producir la salmuera, vender el litio y ganar dinero. Pero queremos estudiar los minerales que hay alrededor, para qué nos sirven. Ver qué otro tipo de industrias se pueden comenzar a desarrollar a partir del litio. Analizar qué va a pasar con el agua. Todas esas preguntas y muchas otras se van a abordar a través de la investigación científica tecnológica y eso es lo que va a hacer el Instituto Tecnológico. Pensar más allá del litio. Pensar también en las futuras generaciones”.
Un trabajo mancomunado
Otra de las preocupaciones del ministerio tiene que ver con la relación e integración de tres pilares fundamentales a la hora de construir industria y desarrollar ciencia y tecnología. Por un lado, están las universidades, con sus necesidades diferentes. También está la industria, con sus propios intereses. Y, finalmente, el Estado, con un desafío general.
Por lo mismo, ¿Cómo se trabaja en vincular al Estado, la industria y la academia?
“Hace muy poco tiempo se nombró a Rosario Navarro como nueva presidenta de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA), quien además es consejera del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, por lo tanto, una fanática de la innovación. Y eso nos pone muy contentos, porque hay intereses en común. Por ejemplo, hay una necesidad de generar más fomento a la Investigación y Desarrollo (I+D) de las empresas. Si miramos los números de la OCDE, en términos de participación de la inversión total, en Chile sigue siendo muy baja la participación del sector privado en I+D”.
Agrega: “A lo largo de los últimos años se han hecho esfuerzos importantes en esta materia desde las oficinas de transferencia y licenciamiento de las universidades, y desde los hubs de transferencia tecnológica. Por parte de la empresa existe, por ejemplo, SOFOFA Hub, precisamente para acercar la investigación al sector privado. Tenemos cada vez más empresas de base científicos tecnológicas a través de nuestro Programa Startup Ciencia. Lo que quiero transmitir es que se está armando un ecosistema muy distinto, con actores y herramientas que nos dan un buen piso para construir cosas”.
¿Cómo se está apoyando a las instituciones públicas de investigación?
“Muchas personas no saben que el Estado hace investigaciones. Y lo hacen con dos objetivos principales: crear nuevas tecnologías que tengan características de bienes públicos o que el país necesite; y generar investigación que apoye el diseño de políticas públicas. El mejor ejemplo de esto es el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), que genera todo el conocimiento científico que permite determinar cuotas pesqueras. Por otra parte, está el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), quienes hacen una labor increíble. Que el estado haga investigación es muy importante, porque nuestras políticas públicas son mejores y porque nuestra industria es mejor cuando el Estado investiga”.
La ministra menciona que preside un nuevo comité de institutos tecnológicos de investigación públicos, porque hasta ahora no había una coordinación ni una visión conjunta. “Vamos a fortalecer su financiamiento, pero también vamos a crear otros nuevos, porque no hay investigación en todas las áreas”, señala.
¿Y de dónde saldrían esos recursos?
“A través de todos los mecanismos. Es muy importante que la ciencia y la tecnología aparezcan como un elemento fundamental del desarrollo sostenible. Hoy día, está el royalty minero, una lógica que no había existido, que no sólo apuesta a la descentralización porque entrega más recursos a las municipalidades, sino que además considera un fondo para investigación y desarrollo que vas a ser ejecutado por los gobiernos regionales. También tenemos programa de desarrollo productivo sostenible, que el año pasado tuvo como presupuesto alrededor de 140 mil millones de pesos. Y luego tenemos la reforma tributaria.
Por otra parte, ¿cómo se hace ciencia en nuestro país?
“En Chile se hace ciencia y se hace de manera muy eficiente. Las publicaciones tienen un alto impacto. Tenemos muchas publicaciones por cantidad de investigadores. Ese es el indicador que se usa a nivel global para evaluar la calidad de la ciencia en los países. Pero nuestra ciencia no necesariamente está conectada con las características del país. Hace muy poco se abrió un socavón en la ciudad de Iquique, y el agua que emergió destruyó casas. Por otra parte, la región de Coihaique tiene problemas gravísimos de contaminación ambiental por la quema de leña. Y en ambos casos no hay investigaciones respecto a eso. En Chile hay muy buenas escuelas de ingeniería, de arquitectura, pero que no se está haciendo investigación en lo que tenemos en los territorios. Ese vacío es parte de lo que tenemos que ir resolviendo”.
¿Cuál es la visión de su cartera respecto a la Inteligencia Artificial (IA)?
“Hoy día existe IA en Chile. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financia más de 200 proyectos en distintas áreas, desde el retail hasta temas de salud. La IA es una tecnología que tiene múltiples aplicaciones. Se usa para el manejo de autos autónomos, para identificar patrones y para temas de seguridad. Ha avanzado rápido en el último tiempo y eso es lo que a todos nos tiene bastante nerviosos. Los países estamos tratando de entender cuáles son las implicancias sociales de la IA en sus distintas formas. Hay que ver qué es el machine learning, los modelos de lenguaje avanzado, etc., y respecto a cada una de esas categorías tenemos que considerar como sociedad qué es lo más adecuado para su uso”.
Y añade: “Me parece súper bien que se use para hacer exámenes preventivos de cáncer de mama, porque puede acelerar diagnósticos y salvar vidas. Pero no me parece bien que se manipulen armamentos, ni se lleguen a reemplazar profesores para enseñar matemática en los colegios. Porque hay implicancias éticas y de responsabilidad y de construcción humana, que se pierden si es que le damos ciertos usos. Estamos trabajando junto a subsecretaria del ramo, Carolina Gainza, con la Unesco, en una serie de mesas de trabajo. Tampoco queremos privarnos de los beneficios que tiene la IA”.
Por último, hace muy pocas semanas salieron los resultados de la III Encuesta Nacional de Percepción Social de la Ciencia y Tecnología, donde señala, entre otros temas, que el 18,2% de los chilenos piensa que las niñas tienen menos habilidades para las matemáticas que los niños.
¿Por qué es importante hacer esta encuesta?
“Primero que todo no estoy de acuerdo con ese ejemplo. Los niños y las niñas tienen las mismas capacidades. Somos nosotros los adultos quienes le ponemos trabas a su desarrollo. Esta encuesta es bien relevante porque parte de los mandatos de este ministerio es formar cultura científica tecnológica. Necesitamos generar espíritu y pensamiento crítico en nuestros niños, niñas, adolescentes y adultos. La ciencia y la tecnología nos enseñan a hacernos preguntas. Esta encuesta nos permite saber qué es lo que les preocupa a las personas, qué tipo de información consume y dónde consumen esa información científica. La ciencia es el reflejo de lo que somos y busca resolver los problemas que tenemos”.
Cuenta Pública 2023: