Científica recorrió el volcán Copahue para recolectar y estudiar microorganismos ancestrales
La científica del Centro Basal Ciencia y Vida y académica de la Universidad San Sebastián (USS), Raquel Quatrini, recorrió los alrededores del volcán Copahue, en la región del Biobío, para recolectar y estudiar microorganismos de características ancestrales, y cuyo conocimiento genera alto interés por su aporte en áreas como la minería.
Argentina, bióloga de formación, hace 24 años decidió radicarse en Chile. La docente actualmente lidera uno de los primeros estudios metagenómicos (estudio de material genético obtenido de muestras ambientales) que se realizan en el volcán Copahue, ubicado en la frontera entre Chile y Argentina.
Junto un grupo multidisciplinario de científicos ascendió 2.900 metros sobre el nivel del mar para explorar y recolectar muestras a pocos metros del cráter y alrededores, repletas de microorganismos extremófilos, es decir, aquellos que han logrado sobrevivir y adaptarse a ambientes extremos. Este tipo de microorganismos resultan de gran interés para la ciencia por sus diversas aplicaciones.
Un viaje al pasado
El proyecto Fondecyt en curso que sustenta esta investigación, de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), busca descifrar las estrategias biológicas empleadas por estos microorganismos extremófilos y las comunidades que éstos forman para habitar en zonas inhóspitas para muchas otras formas de vida en el planeta. Específicamente, el estudio que lidera la científica se centra en aquellos que lograron adaptarse a un pH extremadamente ácido, los que se denominan acidófilos.
“Escogimos la zona del volcán Copahue por sus características únicas, entre ellas las dos vertientes que emanan de la base del cráter, agua rica en azufre y elementos químicos que generan las condiciones óptimas para que este tipo de extremófilos proliferen. Se trata de microorganismos de características primitivas y que han existido por millones de años, por lo que explorar esta zona es una especie del viaje al pasado prehistórico de la Tierra”.
Raquel Quatrini, académica de la USS.
El hallazgo y estudio de estas especies microscópicas y sus comunidades permite su aplicación en diferentes áreas, como la minería. Puntualmente, estos microorganismos se utilizan en el procesamiento de minerales de baja ley metálica como los que se acopian en los relaves, es decir, aquel material que se descarta en las operaciones de extracción minera convencional.
“Los acidófilos oxidan o ‘consumen’ el azufre que está contenido en la matriz de la mayoría de las rocas sulfuradas, liberando metales de interés económico como el cobre. El mineral de baja ley metálica se acopia y apila, y se riega con soluciones ácidas y microorganismos. Así, los agentes químicos adicionados y los producidos por los propios microorganismos acidófilos, protones y hierro férrico, ‘atacan’ al mineral y producen una mayor disolución de este. Tras un proceso electroquímico es posible separar y obtener el metal rojo en forma de placas de cobre”, explica la científica.
La investigadora USS agrega que la biolixiviación, entendida como la extracción de metales desde minerales a través del uso de microorganismos vivos, posee un menor impacto en el medio ambiente comparado con la minería tradicional que emplea altas temperaturas, compuestos químicos peligrosos, y que consume grandes cantidades de agua. Si bien es un proceso más lento, la profundización del conocimiento para su aplicación efectiva y eficiente representa un avance para eventuales proyecciones aplicadas en la biominería verde y la remediación ambiental.
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