Paulina Andrade: “Ocupamos la experiencia de arte lumínico para que la gente tenga un goce estético”

“La Caja Cuántica, Viaje a través de la Luz”, es una experiencia que vincula el arte y la ciencia para sensibilizar a la comunidad y facilitar la comprensión de propiedades fundamentales de la luz y su naturaleza cuántica. Paulina Andrade, directora del proyecto, detalla cómo se gestó y también comenta de qué se trata la muestra.

La exhibición se materializa a través de una exposición de arte lumínico y un recorrido interactivo ubicado al interior del emblemático Teatro Biobío, región de Concepción. La instalación está compuesta por dos espacios y experiencias conectadas, ubicadas en el hall del teatro, que se complementan con sesiones de video mapping en la fachada. Las obras artísticas son creación de la artista visual Elisa Balmaceda e inspiradas en el laboratorio de la científica chilena Carla Hermann.

Andrade es directora y líder del proyecto. Sobre cómo surgió el proyecto, la profesional describe: “En el año 2022, cuando llegué a MIRÓ, se abrió la convocatoria. Es un programa del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, que está centrado en cómo se hace divulgación, pero fuera del ámbito escolar. O sea, este es un programa que aborda lo que se conoce como educación no formal”, señala a Let’s get physical. La experiencia, que comenzó el pasado 4 de abril, estará abierta al público hasta el 4 de julio.

La directora de La Caja Cuántica indica que, en la educación formal que recibimos en el colegio, no necesariamente se vieron tantas temáticas de física cuántica. “Por lo mismo, postulamos al proyecto, pero en una línea de creación de productos de divulgación que se llamaba Espacios Públicos Regionales. Desde el Instituto Miró, además, había mucho interés en la divulgación científica. Una de los primeras coincidencias es que Elisa (Balmaceda), que justamente se había especializado en arte lumínico y había estudiado en Alemania varios años”, cuenta.

Experiencia para la gente

Otra de las apariciones especiales fue la de la científica chilena Carla Hermann, quien aportó desde el punto netamente cuántico. La primera parte, recuerda Paulina Andrade, fue conocer los laboratorios en Concepción. Y ahí empezaron a conceptualizar este proyecto. “La otra coincidencia fue poder trabajar con el Teatro Biobío. Se conceptualizó como un espacio que le iba a dar luz, ya que la costanera era una zona muy oscura en Concepción”, explica.

Los cruces entre arte y ciencia es algo que se viene desarrollando hace tiempo en el mundo para, de alguna forma, poder acercar a la gente a este tipo de experiencias. “Afortunadamente, estamos en un periodo de maduración súper fuerte en divulgación científica en Chile. Por ejemplo, está el programa Explora, que se enfoca en el trabajo con colegios y en la formación de docentes. Y, además, hoy se considera el trabajo de extensión de las universidades en los procesos de acreditación”, ejemplifica Paulina Andrade.

También, la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), que financia la ciencia en Chile, ha ido dándole mayor peso a cómo se articulan los centros de investigación, desde su parte operativa, pero también ven cómo trabajan los equipos de manera más coordinada. “Pensamos en cómo ocupar el arte para generar, primero, una experiencia sensorial. No queríamos hacer el MIM, sino que era básicamente cómo ocupamos una experiencia de arte lumínico para que la gente tenga un goce estético”, indica.

Finalmente, Paulina Andrade cuenta que el Teatro Biobío puso a disposición el hall donde se crearon dos espacios cerrados que tienen instalaciones de arte lumínico. “Hay una especie de cabina óptica que tiene un juego de espejos, con una mesa vibradora, que tiene agua sobre la superficie. Entonces, la gente puede jugar con el agua y puede observar lo que ocurre. Esa experiencia ya es bonita, es inmersiva, ya que es un espacio cerrado también se puede intervenir”, puntualiza.