Karina Oyarce: “La depresión y la ansiedad son de los trastornos más prevalentes en el mundo”

La vida de las personas a veces da giros inesperados, pero que finalmente las llenan de gratitud. Ese es el caso de la doctora Karina Oyarce, bioingeniera y doctora en ciencias biológicas de la Universidad de Concepción. La profesional, tras pasar años metida en laboratorios trabajando con vitamina C, decidió volver a las aulas para estudiar psicología y entender las patologías para hacer diagnósticos más precisos.

Oyarce ingresó a estudiar bioingeniería, ya que una profesora en su escuela le comentó que sería una de las carreras más importantes en el futuro. Y están ya en la universidad, el campo laboral que se ofrecía podía ser en investigación o trabajando en la industria forestal o clínica. En principio, el área que más le llamó la atención fue la biología celular. “Eran ramos entretenidos porque eran nuevos y porque estaban muy ligados a la potencial aplicación biotecnológica”, cuenta a Rockstars.

Desde los primeros años en la educación superior, los académicos instaban a los estudiantes a meterse a los laboratorios, para intentar hacer una pasantía. En segundo año, Karina Oyarce ingresó a un laboratorio a trabajar en membranas biológicas. “Trabajé viendo cómo moléculas interaccionaban con membranas lipídicas muy sencillas, como una mezcla de fosfolípido. Agregábamos compuestos y veíamos, por difracción de Rayos X, si había una perturbación en esa membrana”, explica.

Tras esa experiencia, la profesional tenía dos caminos: seguir trabajando con membranas o explorar otras investigaciones. Pero, tempranamente, decidió que quería aprender más cosas. “De ahí, salté a la microbiología. Me tocó un proyecto súper entretenido, ya que en esa época se iba a la Antártida a buscar microorganismos. Tuvimos que hacer un hielo falso con bacterias del laboratorio. Después, las congelábamos y después teníamos que cortar para saber cuántas realmente estaban en el hielo. Una cosa muy rara”, señala.

Tras estar seis meses con la microbiología, Oyarce se fue al laboratorio de biología celular, donde terminó haciendo su tesis. “Me enamoré de la biología celular y de la neurobiología, es decir, de la biología celular asociada al sistema nervioso central. Y ahí dije: esto es lo que me gusta”, confiesa la bioingeniera.

Salto a la psicología

En esta nueva área de interés, Karina Oyarce trabajó en cómo potenciar o cómo poder regular la diferenciación de células madre neurales, de células troncales neurales; ya que tienen la posibilidad de convertirse en una neurona, ser un astrocito o un oligodendrocito. “Existe una serie de señales moleculares que van despertando a esta célula para que tome la decisión de diferenciarse. Entonces, queríamos entender un poco cuáles eran estas señales y si podíamos incorporar algún elemento, que en este caso fue la vitamina C”, comenta.

En su tesis la profesional trabajó con una línea celular de cerebelo. Por ejemplo, con células indiferenciadas de cerebelo, que normalmente se diferenciaban a neuronas de manera espontánea. “Pero cuando le agregábamos vitamina C esta diferenciación se promovía aún más y era mucho más rápida y evidente. En mi tesis hicimos mucha microscopía y mucha inmunofluorescencia”, añade.

Actualmente, Karina Oyarce es investigadora y académica de la Facultad de Medicina y Ciencia de la Universidad San Sebastián, donde se volvió una investigadora independiente. En su doctorado aprendió de inmunología y familiarizarme con procesos celulares que había olvidado. “Me interesó esto de estudiar inflamación, desde un contexto de una patología. Y me acerqué a los trastornos mentales, particularmente a la depresión y la ansiedad, que son dos de los trastornos más comunes y prevalentes hoy en el mundo”, señala.

Según indicadores, estos trastornos afectan a casi 300 millones de personas en el mundo y en Chile las cifras llegan al 6% de la población. La depresión, señala, constituye la primera causa en el mundo de años perdidos, por discapacidad. “Es una enfermedad que tiene un costo social asociado, pero también económico y personal muy grande. Entonces, me pareció que valía la pena dedicarle esfuerzo en estudiar la biología de esta patología. Y decidí estudiar psicología”, sostiene.

Por lo mismo, para Karina Oyarce fue un plan perfecto para los estudios que estaba realizando. El estudiar psicología se fue complementando con esta inquietud biológica, ya que después armaba algo más coherente. “En el fondo, decir, desde la biología quiero estudiar esta patología y entenderla mejor. Quiero aportar a un diagnóstico más preciso y a una terapia más personalizada”, sentencia.