Andrés Gomberoff: “Más que enseñar ciencia tenemos que desarrollar el instinto científico”
La pandemia trajo consigo un sinnúmero de especulaciones en torno al control sanitario, principalmente por el desarrollo y la eficacia de las vacunas. Tras la aplicación de las primeras dosis, la emergencia cesó y el número de fallecidos decayó. Pero hubo personas que opinaron en contra de este sistema, movilizando un negacionismo preocupante. Andrés Gomberoff, en su libro “El Instinto Científico”, se refiere a eso y a otras verdades.
El físico teórico es además académico y vicerrector de Vinculación con el Medio de la Universidad Mayor. Además de su trayectoria docente ha escrito otros ejemplares como Física y Berenjenas, La Música del Cosmos; y Antimateria, Magia y Poesías, entre otros. Creció viendo la serie Cosmos, del astrónomo Carl Sagan, la que lo motivó a estudiar y comunicar la ciencia. “Era un tipo magnético, seductor, que hablaba de la belleza del universo y de agujeros negros”, comenta a Rockstars.
Desde ese encuentro con el programa televisivo, a Gomberoff le llamó la atención, casi en sentido espiritual según cuenta, las profundidades del cosmos. “Eso me resultaba simplemente asombroso. Y después de escuchar sobre mecánica cuántica, del mundo pequeño, fue amor a primera vista con la enseñanza de la física”, agrega.
Como muchos otros investigadores Andrés Gomberoff comenzó estudiando la historia de los agujeros negros, desde la relatividad de Einstein, pasando por el cálculo gravitatorio de Karl Schwarzschild hasta que Robert Oppenheimer se da cuenta que bajo ciertas condiciones una masa esférica puede colapsar. “La singularidad sigue siendo un misterio hoy. Pero en los setenta se empezaron a observar agujeros negros dentro de la galaxia y ya son parte de la vida de un astrofísico, un astrónomo y un físico teórico”, explica.
Instinto científico en el colegio
Este año, el físico y académico de la U. Mayor lanzó el libro “El Instinto Científico”, que es un viaje intelectual que explora los orígenes y fundamentos del pensamiento científico, proceso decisivo en la construcción de la cultura occidental. El propósito es demostrar que la actividad científica es producto de un instinto humano básico, y, por lo tanto, intrínseco a su naturaleza.
“El negocio de la comunicación de la ciencia durante la pandemia fue un cambio de paradigma personal, con respecto a la pseudociencia. Ese pensamiento no es sólo una extravagancia, sino que es una enfermedad mortal. Por ejemplo, en el libro cuento que, de acuerdo con un estudio que se hizo entre el año 2021 y 2022, de haber estado todos los norteamericanos vacunados contra el Covid, se habrían salvado 650 mil persona de morir”.
Andrés Gomberoff, académico de la U. Mayor.
En el libro, el autor quiso establecer porque la ciencia es especial y no es solamente una opinión que la democracia nos permite. “Sabemos que tenemos otros instintos, como el de reproducción o el de alimentación, que de manera evolutiva hemos desarrollado para sobrevivir; pero también tenemos este instinto científico que, como lo define Einstein, no es otra cosa que un refinamiento del pensamiento cotidiano”, señala.
Finalmente, sobre la forma de solucionar este problema del instinto científico y la aparición de la pseudociencia y el negacionismo, Andrés Gomberoff indica que ese aprendizaje debe venir desde el colegio ya que más que enseñar ciencia, que es lo que usualmente se hace en las escuelas, se debe desarrollar el instinto científico, ya que “el saber de ciencia no se consigue a través de acumulación de conocimientos, sino que se consigue liberándonos de los lastres culturales”, sentencia.