La Inteligencia Artificial y su enorme potencial para la vigilancia epidemiológica, el diagnóstico oportuno y el seguimiento a la población en control
Parte de la responsabilidad inherente de quienes nos dedicamos a la Tecnología es identificar los nuevos avances del sector y ponerlos al servicio de la resolución de las problemáticas reales de la sociedad. Ese es el trabajo que -fruto de la colaboración sinérgica del mundo público, privado y académico- hemos estado haciendo desde la Informática Sanitaria en las últimas dos décadas, con resultados concretos y de un enorme impacto social, económico y humano.
El primer paso fue impulsar la digitalización de las Redes y Establecimientos de Salud, con la incorporación de sistemas de información y registro clínico electrónico. Un proceso -por supuesto, no exento de dificultades- que puso la Tecnología al servicio de una mejor gestión sanitaria y que permitió la entrega de atenciones en salud más oportunas, seguras y de calidad para la población.
Hoy, ya con una línea base relativamente sólida de informatización en los Establecimientos de Salud de los distintos niveles de atención, se han ido identificando, adoptando e incorporando nuevas soluciones tecnológicas para el sector, como, por ejemplo, de analítica de datos, que permiten explorar, observar y utilizar para la mejor toma de decisiones la inmensa Big Data Sanitaria que hemos estado generando en los últimos años; o, también, de sistemas que colaboran en una mejor relación, interacción y comunicación con los pacientes.
En estos dos frentes las tecnologías disruptivas debieran jugar un papel protagónico. Esto porque nos entregan nuevas capacidades para resolver situaciones cotidianas y, a la vez, prioritarias.
La Realidad Virtual y Aumentada, el Blockchain y la Impresión 3D ya son parte de las soluciones disponibles. Pero existe una tecnología disruptiva que cuenta con un potencial aún mayor y que, si bien ya está siendo utilizada en el sector Salud más de lo que nos imaginamos, sigue teniendo un umbral de crecimiento muy alto y, a la vez, la posibilidad de insertarse a un muy bajo costo y de tener un impacto social y sanitario muy relevante. Se trata de la Inteligencia Artificial (IA), entendiéndose como la capacidad de los sistemas de información de replicar acciones características de la mente humana; como analizar, razonar, responder y resolver problemas.
En el ámbito de la Inteligencia Sanitaria y Analítica de Datos en Salud, la IA puede aportar un valor diferenciador en cuanto a la automatización del tratamiento de la información, para obtener indicadores relevantes en tiempo real, con especial énfasis en la vigilancia epidemiológica. Es decir, que tiene el potencial de explorar de manera autónoma grandes volúmenes de datos para identificar elementos sanitarios que podrían ser de alto impacto para la toma de decisiones, por ejemplo, al descubrir factores de riesgo comunes en ciertas patologías que están presentes en un territorio específico o en un grupo de la población, lo que podría permitir la segmentación de las campañas y políticas sanitarias, e, incluso, una mejor gestión de los recursos económicos y humanos en salud.
La IA también es una potente aliada para fortalecer el foco preventivo en Salud y el acceso a tratamientos oportunos, que reduzcan el riesgo de complicaciones o de abordar patologías muy avanzadas. Uno de sus usos aquí guarda relación con entregar capacidades de analizar los datos disponibles en diversos sistemas de información, ya sean los que están en uso en los Establecimientos de Salud -como los Registros Clínicos Electrónicos- o los que tienen contacto directo con los pacientes -como las Aplicaciones Móviles, los Chatbots o, incluso, las Redes Sociales- para identificar factores y perfiles de riesgos, y generar alertas sobre eventuales patologías en un paciente o en un grupo de ellos, lo que facilitaría las tareas de rescate y de ofrecer diagnósticos tempranos a la población.
Un ejemplo de ello fue el uso de IA en un piloto de Chatbot para su implementación en sitios web de Municipalidades del país, donde se pudo probar la eficacia en la detección de síntomas asociados al Covid-19 y, por tanto, su potencial para la automatización en el seguimiento a eventuales contagios.
En la misma línea, la IA podría cumplir un rol relevante en el seguimiento a la población en control, analizando los indicadores clave de ciertas patologías -a través del registro en Portales de Pacientes, Encuestas en Línea o Wearables- e identificar o, incluso, prever eventuales descompensaciones. En este espacio, pronto se reactivará en una Red de Salud Municipal un piloto de Inteligencia Artificial aplicada en llamadas automatizadas, que permitirá el entendimiento del lenguaje natural por parte del software para identificar mujeres con PAP vencidos y promover el agendamiento para la actualización de este examen preventivo.
Pero no sólo eso. La IA tiene un potencial enorme en prácticamente todos los espacios de gestión sanitaria y atención en salud a las personas. Además de los ya mencionados, también en la Gestión del Cuidado, el desarrollo de fármacos, la categorización; entre muchos otros.
Todo lo anterior, por supuesto, bajo la premisa de que las soluciones de Informática Sanitaria que avancen en la incorporación de esta tecnología -como otras- deben ser concebidas, desde su origen, con un profundo sentido social y con el propósito fundamental de generar un beneficio directo para la población, en cuanto a la universalidad y equidad en las prestaciones, como en colaborar con los Equipos de Salud en entregar atenciones más oportunas, seguras y de calidad para todos y todas.
Por el Dr. José Fernández, gerente general de Rayen Salud
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