Morselli: “En Chile, el sobrepeso y la obesidad están presenten en el 70% de la población”

El sobrepeso y la obesidad son unas de los problemas de salud pública más relevantes de la actualidad a nivel global. Y son enfermedades sumamente complejas de trabajar, ya que hay factores fisiológicos, vinculados con el sistema nervioso central y también con el cerebro; pero además tienen que ver, por ejemplo, con la disponibilidad de comida alta en calorías y con la disrupción de esos patrones alimenticios.

Lo que se está viendo, principalmente en el mundo occidental, respecto a esta crisis es que sólo se puede solucionar cuando entendamos bien cómo el cerebro nos dice que tenemos hambre y que, eventualmente, tenemos que alimentarnos. Esto último es parte del trabajo que está desarrollando en Chile la doctora Eugenia Morselli (Italia) biotecnóloga médica e investigadora de la Facultad de Medicina y Ciencia de la Universidad San Sebastián.

“El sobrepeso y la obesidad, pensando un poco Chile, está presente en más del 70% de la población. Y esos números van subiendo año a año y, sobre todo, se están viendo afectados adultos y niños. Por lo tanto, es muy importante entender los mecanismos para encontrar los tratamientos farmacológicos para poder trabajar eso. Eso va de la mano con la investigación que hacemos nosotros”.

Eugenia Morselli, doctora de la USS.

Cabe mencionar que la obesidad ocurre cuando la ingesta de calorías supera al gasto calórico y lo que sobra se almacena en el cuerpo. “Hay un mecanismo, homeostático, que envía señales (de hambre) desde la periferia hasta el sistema nervioso central (hipotálamo). Ahí están las primeras neuronas que responden a las señales, que podrían ser la insulina, ácidos grasos, azúcares, etc., que hacen que las neuronas se activen o se inhiban. Pero esos mecanismos son homeostáticos y no son los únicos que regulan, sino que hay también están los hedónicos, que hacen todo más complejo”, añade la facultativa a Rockstars.

Abundancia de alimento: obesidad

Durante la historia evolutiva del ser humano, aproximadamente 200 mil años de existencia, la mayor parte de ese tiempo el hombre y la mujer tuvieron hambre, ya que existía poca comida. Algo que cambió radicalmente solamente en los últimos 80 o 100 años. Y esa repentina evolución alimentaria está provocando problemas como la obesidad, el sobrepeso y otros. “La obesidad también va de la mano con la falta de movimiento, ya que antes las personas debían moverse para ir buscando los alimentos”, comenta Eugenia Morselli.

Pero además, otra cosa que pasa antes era que el cuerpo de las personas, en contexto de escasez, generaba mecanismos que pudieran extraer hasta la última caloría de lo que comían. Y, a su vez, se generaba una especie de reserva para los momentos en que no habría alimentos. Algo muy distinto a lo que pasa hoy. “Por ejemplo, la reserva del adipocito puede volverse más grande para poder captar todos los nutrientes. Pero hoy en día estamos ingiriendo tantos alimentos, que finalmente estos adipocitos ya no dan abasto”, añade la doctora de la USS.

Hoy en día, la farmacología ha evolucionado bastante y además se ha hecho mucha investigación sobre este tema. Por ejemplo, Eugenia Morselli señala que antes los fármacos tenían muchísimo efecto secundario (daño hepático), algo que hacía que las personas dejaran los tratamientos. “Pese a la evolución de los fármacos, es súper importante la buena voluntad de cada persona. O sea, no podemos pensar que con una pastilla vamos a curar todos los problemas. Necesitamos que se haga un cambio en la costumbre alimenticia”, explica.

Finalmente, Eugenia Morselli está actualmente trabajando y estudiando en cómo cambia la composición lipídica del cerebro después de un corto plazo. Y, en particular, en el consumo de una dieta alta en grasa. “Hemos visto que después de un consumo crónico, alto en grasa, se modifica la composición lipídica del hipotálamo. Y, en particular, hay un ácido graso saturado, que es el ácido palmítico, que se acumula en las neuronas. E iniciamos estudios in vitro y en animales y comenzamos a trabajar en neuronas (pro-opiomelanocortina), que cuando se activan, disminuye la sensación de hambre”, enfatiza.